Viajemos a una panadería, o boulangerie como se conocen en Francia, en 1920 a primera hora de la mañana. El aire se llena del aroma a mantequilla y hojaldres, cuando salen los croissants del horno. Un café con leche y ya estamos disfrutando de un desayuno continental digno de Audrey Hepburn mirando el escaparate de Tiffany’s. La historia del croissant y la historia del hojaldre son un homenaje a la creatividad y su celebración. El croissant o cruasán se cuenta que fue idea de los pasteleros de Vienna, para celebrar que los turcos no les invadieran. Tiene la forma cornuda inspirada en la luna creciente de la bandera turca.
«Nunca renunció formalmente. Una mañana se limitó a salir tarde de su despacho y no ha vuelto. Aunque ya ha transcurrido más de un siglo, muchos miembros del personal de la Guía siguen conservando la idea romántica de que sólo ha salido a tomar un croissant de jamón, y que volverá a cumplir una tarde de trabajo continuado.»
Douglas Adams
El hojaldre se cuenta que se inventó por error, cuando un aprendiz de panadero se olvidó de añadir grasa a la masa de pan. Al darse cuenta de su error, y temiendo los reproches, probablemente dolorosos al tener lugar en el Siglo XVII se vuelve muy ingenioso. Añade la grasa al centro de la masa, y la dobla una y otra vez. El panadero se queda encantado con el resultado.
Aunque el pintor Claude Gellée es más conocido por el juego de luz en sus obras, también se le asocia con el invento que acabamos de leer. Se le conoce también por su lugar de origen en la Champagne, La Lorraine, famosa entre otras cosas, por su Quiche Lorraine. Se considera una tarta salada, conocida desde el Siglo XVI, que lleva queso, bacon, cebolla, huevo y nata o simplemente los restos como un tipo de Ropa Vieja, acompañado de un cava de sabor fuerte.
El hojaldre nos abre las puertas a experiencias dulces en forma de palmeras, trenzas, cuernos rellenos de chocolate o crema, caracoles y pastas danesas. Entrantes y platos principales muestran la cara salada pero igual de ligera del hojaldre. Triangulos de jamón y queso, salchichas envueltas en hojaldre abren el apetito para las empanadas de carne, atún o bacalao, el solomillo Wellington y pollo a la florentina.
El hojaldre se puede permitir ser la estrella de un menú de 3 platos o más y seguir sorprendiendo. Brindemos por él.
«Las dos mejores cosas de la vida son croissants calientes y un camino rápido a casa.»
Stephen King