Cuando escuchamos que un vino es crianza, reserva o gran reserva, se trata de nombres que se le han dado en función del tiempo de maduración y envejecimiento al que se han sometido los vinos, ya sea en madera o en botella.
Esta clasificación es originario y exclusiva de España. Donde se establecen unos requisitos para clasificar los vinos blanco, rosados y tinto, según lo dictado por cada Denominación de Origen.
Es cierto que esta clasificación ha originado siempre una cierta controversia. Debido a la falta de acuerdo que ha existido siempre a la hora de unificar los criterios de las diferentes bodegas en cuanto a los tiempos de envejecimiento de los vinos.
Crianza
En los vinos tintos, para que se categoricen como crianza, tiene que ser vinos con un envejecimiento de dos años y de los cuales tienen que estar como mínimo 6 meses en barrica.
Pero, si hablamos de vinos blancos y rosados, el tiempo de maduración tiene que ser como mínimo de 1 año y medio, de los cuales tienen que cumplirse 6 meses en barrica.
Se acordó que el volumen de capacidad máximo de las barricas debería ser de unos 330 litros.
Comercializacion: 2º año
Reserva
En esta categoría, para que un vino tinto se considere reserva, tiene que tener un periodo de envejecimiento de 3 años, del que al menos 1 tiene que ser en barricas.
Y en el caso de los vinos blancos y rosados, tiene que llevar 2 años guardado, de los cuales como mínimo deben de haber sido 6 meses en barrica.
Comercialización: 3º año
Gran reserva
Para que un vino tinto, sea gran reserva, este debe de tener un tiempo mínimo de maduración de 5 años, de los cuales tienen que pasar 1 año y medio en una barrica.
A esta etapa solo llegan los que se consideran como las mejores cosechas.
Los vinos rosados y blancos tienen que estar en la bodega durante 4 años y al menos 6 meses en barricas.
Comercialización: 6º año