Un buen vino es una bebida especial para un momento inolvidable. En primer lugar, un buen vino agrada al paladar y a los ojos. Pero hay varias otras características que indican su calidad.
Atendiendo a 4 características del vino, podemos empezar a apreciar su cualidad.
El color de un buen vino
El primer paso en la degustación es el color. Se divide en tres aspectos, que son
- Tonalidad
- Intensidad
- Vivacidad
Nos indicará entre otros el tipo de caldo y si es joven o envejecido. Los tintos jóvenes por ejemplo cuentan con un tono más azulado o violáceo y adquieren un tono más rojizo con el tiempo.
Por otro lado, blancos jóvenes destacan por un tono amarillo claro. En cambio, un vino blanco que más bien parece marrón e indica que este vino ha perdido su frescura.
El aroma
El aroma se corresponde con los sabores, y puede indicar fácilmente si un vino no es bueno. Indicios de ellos son aromas a vinagre o fruta pasada como manzana oxidada, pero también de corcho o elementos ácidos o químicos.
El olfato es sin duda un buen indicador. Los aspectos del aroma a tener en cuenta son
- El bouquet
- La intensidad
- La franqueza
La efervescencia
En el caso de los vinos espumosos, podemos observar el tamaño y la cantidad de las burbujas. Estas deben ser idealmente pequeñas y homogéneas.
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El sabor
Un pequeño sorbo es suficiente para acercarse al sabor del vino. El sabor a uva es sin duda una buena señal. El sorbo se deja reposar unos momentos sobre el paladar, para apreciar su dulzura y sabores frutales.
Además, en un buen vino, la longitud de la sensación se alarga mientras se aprecia su complejidad.
En resumen, un buen vino se distingue por el equilibrio, al encontrarse todos sus elementos en un perfecto balance.
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